viernes, 11 de septiembre de 2015

Un programa de mano profético


Me lo hizo notar Felipe Soto Viterbo. La primera vez que escribí sobre la famosa Noche de Poesía Internacional que se llevó a cabo en la Sala Ollin Yoliztli en agosto de 1981, me referí a Borges con estas palabras: “Fue el primero en tomar la palabra. Exceptuando a Günter Grass, que para entonces había ganado ya el Premio Nobel, era quizás el escritor más conocido de los que participaban en la velada. También el más viejo: 82 años (el que le seguía en edad era Paz, que era tres lustros más joven).” 
Felipe me hizo ver que en mis palabras había un grueso error: Grass había ganado el Nobel, era cierto, pero dieciocho años más tarde… ¿De dónde saqué esa información, que no pasó por mi rígido Departamento de Revisión de Materiales, compuesto por un beligerante grupo de mujeres de pelo en pecho? Pues nada menos que del folleto que pusieron en nuestras manos los organizadores de la velada. En la página dedicada a Günter Grass se lee, con toda claridad, que el escritor alemán “ha sido distinguido con el Premio Nobel de Literatura”. Como diría Borges de otra cosa (“Emma Zunz”, El Aleph), la afirmación era “sustancialmente cierta”, aunque fueran falsas las circunstancias y la fecha. Vean ustedes mismos el gazapo, en el último renglón de la ficha biográfica de Grass:
Ya que hemos llegado hasta aquí, echemos un ojo al poema de Grass que aparece en esa página. El autor de El tambor de hojalata es mucho menos conocido como poeta que como novelista, así que no deja de tener interés conocer algún ejemplo de su poesía. Aquí el que leímos aquella noche en el profético programa de mano.

Sobre qué escribo
Por Günter Grass

Sobre el comer, el regusto.
Después, sobre huéspedes no invitados o llegados con un siglo de retraso.
Sobre la sed del limón exprimido de la caballa.
Más que sobre cualquier otro pez, escribo sobre el rodaballo.

Escribo sobre la abundancia.
Sobre el ayuno y por qué [se] inventaron los comilonas.
Sobre el valor nutritivo de las migajas de la mesa del rico.
Sobre la grasa y las heces y la escasez y la sal.
Describiré doctamente –en medio de una montaña de miijo–,
cómo la mente se volvió biliosa y el estómago demente.

Escribo sobre los pechos. Escribiré, mientras dure,
sobre Ilsebill embarazada (su antojo de pepinillos).
Sobre el último bocado compartido, la hora pasada con el amigo
comiendo pan, queso, vino y nueces.
(Hablamos con delectación de lo divino y lo humano
y también del engullir, que no es más que miedo).

Escribo sobre el hambre, sobre la forma en que fue descrita
y por escrito propagada.
Escribiré, mientras voy a Calcuta, sobre las especias
(cuando Vasco y yo hicimos bajar el precio de la pimienta).

Carne: cruda y cocida, se ablanda, se deshilacha, se contrae o deshace.
Las gachas nuestras de cada día
y las demás cosas premasticadas: fechas históricas,
las carnicerías de Tannenberg-Wittstock-Kolin
y todo lo que queda luego: huesos, pellejos, tripas, salchichas.

Sobre el asco ante el plato lleno, sobre el buen sabor,
sobre la leche (y cómo se cuaja),
sobre el nabo, la col y el triunfo de la patata
escribiré mañana
cuando los restos de ayer sean fósiles de hoy.

Sobre qué escribo: sobre el huevo.
Frustraciones y grasas, amor que devora, soga y clavo,
disputas por un pelo y por la palabra caída en la sopa.
Sobre el congelador y lo que pasó
cuando se fue la corriente.
Escribiré sobre todos nosotros sentados ante platos ya vacíos
y también sobre ti sobre mí,
y sobre la espina en la garganta.
(Traducción de Miguel Sáenz)

_______________________
A la derecha de estas líneas, mi padre y yo entre el público asistente a la velada. De la red tomo prestado el retrato de Grass.

Más sobre la Noche de Poesía Internacional de agosto de 1981, en este blog:
Borges en al Sala Ollin Yoliztli,  http://bit.ly/1n26rgE
El video de aquel día, http://bit.ly/1LFYa0s



No hay comentarios:

Publicar un comentario